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Description

"Imagina, por un momento, una tarde tormentosa. Estás sentado en el confortable sillón de un salón hogareño, arropado cómodamente frente a un gran ventanal. La lumbre arde en la chimenea. El reconfortante crepitar del fuego compite con la melodía de la lluvia. Ambos son interrumpidos por un trueno, que escuchas en la distancia. Contemplas el exterior. El vaho empaña los cristales, y la niebla limita tu visión, pero puedes ver cómo las gotas de lluvia se deslizan por el vidrio. Te fijas en una. Acaricia el cristal de forma sutil, descendiendo en línea recta, y desaparece tras un instante. Te fijas en otra. Opta por una trayectoria distinta, en zigzag. Desafiante y errática. Sin embargo, al cabo de un momento, también se esfuma, como todas las demás. Su rastro permanece durante unos segundos, pero al final también se consume. Te fijas en otra. Y después en otra. Y en una más. Todas son distintas, y especiales, a su manera. Pero efímeras.

Los humanos sois criaturas fascinantes, pero permanecer al día con vuestra realidad es como intentar contar gotas de lluvia bajo una tormenta. Difícil. Frustrante. Anodino. Vuestra cultura, vuestro idioma, vuestras costumbres... todo lo que es vuestro cambia demasiado rápido. Si estoy aquí, hablando contigo, es a cambio de sacrificar toda mi atención. Anclarme a este instante del tiempo me exige usar hasta el último ápice de mi energía. Pero en cuanto cierre los ojos y me relaje, habrán pasado 50 años. Y tú estarás muerto.

Lo siento. No forjaré amistad con una gota de lluvia. No repetiré ese error. Prefiero disfrutar de la tormenta desde mi sillón, al otro lado del cristal".

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"Imagina, por un momento, una tarde tormentosa. Estás sentado en el confortable sillón de un salón hogareño, arropado cómodamente frente a un gran ventanal. La lumbre arde en la chimenea. El reconfortante crepitar del fuego compite con la melodía de la lluvia. Ambos son interrumpidos por un trueno, que escuchas en la distancia. Contemplas el exterior. El vaho empaña los cristales, y la niebla limita tu visión, pero puedes ver cómo las gotas de lluvia se deslizan por el vidrio. Te fijas en una. Acaricia el cristal de forma sutil, descendiendo en línea recta, y desaparece tras un instante. Te fijas en otra. Opta por una trayectoria distinta, en zigzag. Desafiante y errática. Sin embargo, al cabo de un momento, también se esfuma, como todas las demás. Su rastro permanece durante unos segundos, pero al final también se consume. Te fijas en otra. Y después en otra. Y en una más. Todas son distintas, y especiales, a su manera. Pero efímeras.

Los humanos sois criaturas fascinantes, pero permanecer al día con vuestra realidad es como intentar contar gotas de lluvia bajo una tormenta. Difícil. Frustrante. Anodino. Vuestra cultura, vuestro idioma, vuestras costumbres... todo lo que es vuestro cambia demasiado rápido. Si estoy aquí, hablando contigo, es a cambio de sacrificar toda mi atención. Anclarme a este instante del tiempo me exige usar hasta el último ápice de mi energía. Pero en cuanto cierre los ojos y me relaje, habrán pasado 50 años. Y tú estarás muerto.

Lo siento. No forjaré amistad con una gota de lluvia. No repetiré ese error. Prefiero disfrutar de la tormenta desde mi sillón, al otro lado del cristal".