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Published: 2007-12-21 01:58:00 +0000 UTC; Views: 517; Favourites: 18; Downloads: 7
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Description
Disclaimer:X y todos sus personajes son creación de CLAMP. Este fanfic está siendo escrito sin
propósito lucrativo alguno, solamente por diversión... ¡Así que no me demanden porque
sería una perdida de tiempo! ¡No soy dueño de nada!
Una pequeña advertencia: Contiene algunos spoilers de la serie de TV, particularmente del
episodio 21. Tomen eso en cuenta antes de leerlo, no quisiera arruinarle la diversión a
alguien...
AS THE CURRENT FLOWS
Agua... Sustancia de vida.
Sustancia extraordinaria, no existe ninguna otra en la Tierra que se le asemeje. Sustancia de
la creación misma. La vida se originó en el agua y es por el agua que este planeta subsiste.
La gente nunca reflexiona sobre las propiedades maravillosas del agua, mucho menos sobre
sus capacidades asesinas. ¡Mal hecho! Pues si por el agua fuera, este mundo sería sólo un
árido desierto.
El agua es tan benigna que en ella pueden habitar infinidad de seres vivientes, y tan
destructiva que puede arrasar con poblaciones enteras.
El agua es caprichosa y voluble, cínica, no le importa dañar a los demás, no respeta los
sentimientos de otros, incluso se mofa de ellos. A pesar de eso, tiene su lado noble, en
ocasiones puede ser de lo más caritativa, pero no se dejen engañar por su sonrisa afable o
por sus modales corteses, el agua es un líquido asesino. Si no tienen cuidado, puede
tomarlos por sorpresa cuando menos se lo esperen. Tiene un sentido del humor de lo más
negro: Así como una planta necesita agua para alimentarse, una dosis exagerada puede
pudrirle las raíces. Y así como las lluvias en verano son beneficiosas para las cosechas,
también pueden provocar inundaciones, con consecuencias poco más que desastrosas.
No importa cuanto lo intente el hombre, jamás podrá gobernar al agua. Puede construir
diques para contenerla, acueductos para dirigir su cauce y contenedores para encerrarle,
nada de eso importa. Al final, el agua siempre encontrará la manera de continuar su curso,
de recuperar su libertad. Como el ciclo del agua es interminable, la lucha del agua por
conservar su libertad es una constante en este planeta, una verdad absoluta, un ciclo sin fin.
El agua siempre continua fluyendo, sin ataduras, sin inhibiciones, en la más pura y absoluta
de las libertades.
Definitivamente, el agua es una sustancia maravillosa.
"¡Cielos! Como desearía un trago de agua en este momento..."
Gota a gota, la sangre va formando un sendero escarlata sobre el suelo de mampostería. El
lastimero estado en que se encuentra el hombre de cabellos rubios atrae la atención de la
gente que camina por el parque. Algunos lo miran angustiados, otros simplemente
continúan su trayecto con indiferencia, sin prestar demasiada atención al herido. Otros se le
acercan, no es un aire samaritano ni un deseo de ayudar al prójimo lo que los motiva, más
bien se trata de simple y llana curiosidad morbosa.
"Que orgulloso me siento de mis paisanos." Piensa el joven con una sonrisa.
Alguien se le aproxima, ofreciéndole una mano para apoyarse, diciendo que lo llevarán a un
hospital, que ya enviaron a pedir una ambulancia. No obstante, el joven se niega
cortésmente, dice encontrarse bien, sus heridas son sólo gajes del oficio, además, tiene
asuntos más importantes que atender.
Ignorando las miradas de los transeúntes, el hombre siguió su camino, no sin antes mirar su
reloj nerviosamente. Nunca le ha gustado llegar tarde a sus citas, definitivamente no desea
hacerlo ahora. Su costoso abrigo blanco está bastante maltratado, prácticamente inservible,
repleto de cortes y quemaduras. Sin embargo, el daño al abrigo y las heridas en su cuerpo
no son lo que más le duele, no tanto como la humillación de la derrota.
"Realmente fue una estupidez de mi parte el menospreciarla." Reflexiona sonriendo con
ironía.
Aunque su contrincante ya debe haber muerto en estos momentos, eso no lo consuela. Ella
estaba acorralada, a su merced, no tenía escapatoria alguna... Aún no se explica como es
que lo derrotó, ¿de dónde obtuvo la fuerza para seguir peleando, para realizar ese magno
ataque con el que puso fin a la contienda?
"Tal vez hubiera sido mejor cortarle el cuello desde el principio... Bueno, supongo que
nunca lo sabré."
Él siempre se ha caracterizado por ser caballeroso con las mujeres, tal vez más de lo que le
convendría. Aunque hubiera resultado extremadamente sencillo cortarle la garganta con su
cuchilla, eso no le pareció muy cortés de su parte. Después de todo, no era su estilo asesinar
a una mujer a traición. Pensó que lo mejor era darle una muerte más poética: Ahogarla bajo
un torrente de agua. Desgraciadamente, no contaba con que ella aún tenía un as bajo la
manga...
"Regla básica número 1: Nunca subestimes a una mujer... menos si se trata de una señora
del fuego."
Esta vez la sonrisa se torna lastimera, al tiempo que percibe como sus piernas van
perdiendo fuerza. El caminar le resulta cada vez más difícil, y las quemaduras y la perdida
de sangre no ayudan en lo más mínimo.
Después de aquella explosión, ambos terminaron severamente lastimados. Él apenas tuvo
tiempo de retirarse del campo de batalla, aprovechando que su otro adversario, el señor del
viento, se encontraba ocupado atendiendo a su compañera.
"Extraña relación la de esos dos."
Realmente le extrañó la manera como esa maestra del fuego intentaba proteger al editor de
esa revista, que se caracteriza por publicar los trabajos de cierto peculiar cuarteto de
mangakas, no es que él sea muy aficionado a esa clase de cosas. Recuerda haberse burlado
de ella diciéndole que probablemente estaba enamorada del señor del viento, remarcó la
burla agregando que no lo aprobaba del todo, aunque considerando que el editor se había
divorciado recientemente, quizá ella aún tendría alguna oportunidad con él. No obstante,
ella no pareció inmutarse con el comentario, por el contrario, le respondió con una frase
muy peculiar: "Cuando una semilla cae a la tierra y muere, sus raíces crecerán y
enlazarán a otras..."
Ello significa que uno debe estar dispuesto a proteger a sus seres queridos, aún a costa de la
propia vida, ello con tal de que ellos puedan seguir viviendo en este mundo.
"Proteger a quienes se ama... aún a costa de la propia vida..."
Las palabras de la señora del fuego no dejan de resonar en su mente. La manera como
estaba dispuesta a sacrificarse, sin importarle otra cosa que mantener a salvo a los suyos.
"Es la clase de sacrificio que sólo un dragón del cielo está dispuesto a hacer, puede sonar
muy extraño para un dragón de la tierra como yo..."
Por un momento reflexionó sobre los motivos por los que aceptó unirse a los siete ángeles,
los comparó con los que poseían los otros miembros de su grupo. Analizándolo
objetivamente, él no tenía una motivación que pudiera considerarse tan profunda como las
del Kamui oscuro o la de Kusanagi, tampoco era tan egoísta como las de Kakyou o Kanoe,
o tan indiferente como las de Satsuki y Nataku. Simplemente había aceptado que ése era su
destino, simplemente se dejó llevar por la corriente.
Esa era su forma de ser: Siempre siguiendo el flujo, sin ataduras, sin preocupaciones, sólo
dejándose llevar, como una gota de agua en un río. Quizás era por esta característica que se
convirtió en el candidato perfecto para ser un dragón de la tierra. Gracias a esa perspectiva
de "cero ataduras en la vida", nunca había desarrollado lazos afectivos hacia algo o alguien
en particular. Por el contrario, todo le resultaba indiferente, aunque a diferencia de Seishiro,
él no carecía completamente de sentimientos, por lo menos sabía diferenciar un ser humano
de una simple piedra: Un ser humano puede llorar y sufrir, una piedra es incapaz de ello.
Un ser humano puede amar y sonreír, una piedra jamás podrá. Un ser humano puede
dejarse llevar por la corriente, moverse, ser libre... Una piedra siempre permanecerá en su
sitio, estática, sin libertad alguna...
No obstante, quizás era él el que no poseía libertad alguna. Al dejarse llevar por la corriente
del destino, sin oponerse a su cauce, se convertía en un prisionero del mismo, siempre
sometido a sus caprichos y vicisitudes. Al permanecer en movimiento perpetuo, sin
detenerse en ningún momento, sin romper el ciclo sin fin, jamás podrá echar raíces, jamás
podrá enlazar a otros. Una simple gota de agua que continua perdida sin rumbo, perdida en
la inmensidad del río del destino.
Viéndolo bien, él nunca ha entablado un vínculo profundo con alguien en especial. Las
únicas personas realmente cercanas a él son Kanoe y Satsuki, sin embargo, ¿está tan
dispuesto a protegerlas como esa ama del fuego lo estaba con los suyos? ¿Está tan
dispuesto a sacrificarse por ellas? Tal vez sí, tal vez no... Tal vez nunca lo sabrá. Tal vez es
por eso que es uno de los 7 ángeles, porque no tiene nada que proteger... o porque aunque
lo tenga, no le interesa hacerlo...
De todos modos, eso no importa en este momento. Por ahora sólo quiere llegar a tomar el
té.
Así, continua con su tortuoso camino a través del parque. El ambiente repentinamente
empieza a asemejarse al de un camposanto. La luz de los faroles ilumina su camino con un
brillo espectral, el chirrido de los grillos armoniza con la noche, como si fuera una sinfonía
fúnebre. A lo lejos alcanza a escuchar un murmullo.
"Es la fuente..."
Como poseído por una renovada vitalidad, el funcionario público acelera el paso, mas el
impulso sólo dura unos segundos. Su vista empieza a nublarse, sus piernas parecen
resistirse a continuar, su cuerpo se siente cada vez más pesado.
A duras penas logra llegar a la fuente, la contempla con un extraño sentimiento de
melancolía. El agua fluye produciendo un melodioso siseo, desprendiendo un leve rocío en
los alrededores. La luz se refleja sobre su superficie, matizándose en estelas de gran
belleza.
El hombre sonríe con tristeza, sabe que es la última vez que podrá contemplar ese
espectáculo. La sangre continua escapando de sus venas, las heridas duelen cada vez más,
sus músculos parecen estar a punto de desquebrajarse, el respirar se torna más difícil.
Cansado, le lanza una última mirada a la fuente, se sienta apoyándose contra ella, cierra los
ojos brevemente. Una enorme sensación de tranquilidad inunda su ser al escuchar el dulce
murmullo del agua al fluir.
Esa fuente siempre fue su lugar favorito en todo el parque. Solía pasar por allí muy a
menudo. Tras salir del trabajo y dirigirse a la base de los dragones de la tierra bajo las
oficinas de gobierno, nada le alegraba más que poder estar un par de minutos contemplando
la fuente.
Recordó la vez que citó a Satsuki en ese lugar, la conversación que tuvieron antes de salir a
cenar. Algunos días antes, Satsuki había asesinado al inugami de la dragón del cielo más
joven, después de que esta fuera incapaz de responder a la pregunta: "¿Por qué está mal
matar a los humanos?" Poco después, Satsuki le preguntó al funcionario público cual le
parecía la respuesta más apropiada. El respondió con esa clásica sonrisa suya: "Porque
alguien llorará por ellos." La respuesta pareció causar cierto impacto en la joven hacker. Al
estar en la fuente, Satsuki retomó el tema, preguntándole al señor del agua si él tenía a
alguien que llorara por él. En aquel entonces fingió demencia alegando no recordar haber
dicho esas palabras, aunque en realidad sólo se fue por la tangente para evitar seguir
tocando el asunto. En realidad, le provocaba cierto malestar el no estar seguro que efecto
provocaría su defunción entre sus conocidos.
"El no tener a nadie que lloré por tu muerte debe ser algo de lo más triste."
Ahora, más que nunca, pensaba en las palabras de Satsuki.
"¿Tienes a alguien que llorará por ti?"
Ciertamente no era su pasatiempo reflexionar sobre la muerte, pero ahora más que nunca,
esa interrogante lo azotaba con violencia. Por un instante pensó en los que ya habían caído
en la batalla del fin del mundo: Esa chica hermana del Kamui oscuro, el sobrino del señor
del viento, el guardián del túmulo del cerezo y, finalmente, la señora del fuego. Todos ellos
tuvieron a alguien que sufrió por sus muertes, alguien que derramó lágrimas por ellos...
pero, ¿y él? ¿Tenía a alguien que lamentara su muerte? ¿Alguien que lo apreciara tanto
como para derramar lágrimas frente a su tumba? No lo sabía... ¿Y Kanoe y Satsuki?, tal vez
ahora se encontraban preocupadas porque no había llegado a la hora del té como
acostumbraba... aún así, ¿alguna de ellas lloraría por él?
Una nueva sonrisa sarcástica se dibujó en su rostro.
"Es sorprendente las cosas en que uno se pone a pensar cuando se está a punto de morir."
Estaba muriendo, tenía que admitirlo. Ese era el lugar a donde lo conducía el río del
destino, no había marcha atrás, no había forma de oponerse a la corriente. Así llegara la
dichosa ambulancia, ya nada podría salvarlo. Cualquier otra persona sentiría gran angustia
ante esa situación, pero no el señor del agua. No, él nunca se había quejado por su destino,
después de todo, él había escogido dejarse llevar por el flujo, con la esperanza de que al
terminar su viaje, encontraría algo interesante.
¿Y lo encontró? Por supuesto que sí. Había aprendido algo valioso: Cuando una semilla cae
al suelo y muere, sus raíces tocan a otros. Aquellos que son enlazados por esa semilla,
jamás la olvidan, por el contrario, la llevan siempre en su corazón, donde su recuerdo
perdura. Por ello lloran al enterarse de que ha fallecido.
- Así que esa es la importancia de sacrificarse por los que se ama...
Su viaje por el río de la vida no ha sido en vano, al navegar por su cauce ha aprendido
lecciones valiosas. Ahora es definitivamente mucho más sabio de lo que era antes de zarpar
en las turbulentas aguas del destino... Desgraciadamente, ello ya no tiene sentido alguno,
pues ya no tendrá tiempo de poner esas lecciones en práctica. Su bote está a punto de
encallar. Es irónico que la muerte también posea el hábito de la puntualidad, quizá es hasta
más quisquillosa en ese aspecto que el mismo dragón de la tierra.
Conforme la corriente fluye, la vida de los humanos sigue su curso. Conforme la corriente
fluye, su existencia llega a su fin. El río del destino sigue su cauce sin importar que
obstáculo se le presente, sin esperar a nada ni a nadie. El día prometido se acerca
vertiginosamente. Un ángel ha caído, un sello ha sido roto, y la corriente del destino sigue
fluyendo.
- Ya nada de eso importa... Tal parece ser, que no voy a llegar a la hora del té...
Lentamente cerró sus ojos, su clásica sonrisa aún adornaba su faz. Podía escuchar el
murmullo del agua, podía sentir el rocío humedeciendo su cara, empañada por finos hilos
de líquido carmesí. Su cuerpo ya no le pesaba, sus músculos ya no estaban tensos, el dolor
de las heridas había cesado. Todo estaba en calma, en absoluta y profunda calma.
"¿Quién sabe? Tal vez una pequeña gota de agua pueda hacer germinar algo en el corazón
de la gente..."
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Caminó desconcertado en medio de la espesa bruma, esperando encontrar algo... o a
alguien. A lo lejos se escuchaba un leve chapoteo. Pudo divisar una figura en medio de la
neblina. Se sorprendió al reconocerla.
- Yuuto. – Le saludó ella, sonriendo de una forma que el dragón de la tierra nunca antes
había visto.
- Perdona la tardanza. – Se disculpó él, llevando una mano a su nuca. – ¿Te hice esperar
demasiado?
- No... Ya había llegado desde antes.
Una barca se aproximó a la orilla, a bordo iba un hombre cubierto por una manta negra y un
sombrero de paja. Una nueva travesía iniciaba, esta vez por un río diferente. El funcionario
le extendió su brazo a la joven con galantería. Ella le miró con extraña calidez. Lo tomó del
brazo y se dejó escoltar por él hasta la barca. Una vez allí, el señor del agua le pagó dos
monedas al barquero, una por ella y una por él.
- ¿Nos vamos? – Le preguntó a la hacker con su sonrisa típica. Ella sólo asintió.
El barquero comenzó a remar, los dos dragones de la tierra sólo miraban en dirección de la
corriente. Lentamente, la barca se perdió en la bruma, mientras las dos ánimas iban con
rumbo de su destino final.
FIN