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Description
Desde que nació todos supieron que la vida de Lidia iba a ser asombrosa. Nada más nacer los doctores tuvieron que amarrarla a la cuna porque ella insistía en salir flotando de entre sus cobijas. Es que a Lidia la magia se le salía literalmente de los poros. No era difícil dar con ella porque bastaba agitar una varita para que el aire alrededor suyo comenzará a crepitar.
Sus padres, en un principio dichosos y llenos de orgullo pronto comenzaron a sufrir lo difícil que era criar a una niña con tanta habilidad. Sobre todo si querían seguir cumpliendo con el estatuto del secreto.
Las desapariciones en las casas de los vecinos fue la primera complicación. Los juguetes de los amigos de Lidia solían “perderse” y aparecer en el cuarto de ésta, los dulces “resbalaban” de las manos de sus vecinos para caer a sus pies. Todas las radios y televisiones cambiaban extrañamente a los programas infantiles y no había manera de que pudieran salir de ese canal otra vez.
Por lo que a nadie le extrañó que pronto los Goldbend, siempre tan recatados y normales huyeran de ese barrio para huir de aquellos espeluznantes acontecimientos. Y es que, como empleados del ministerio que eran, a ninguno de sus padres le convenía estar en la mira pública. Por eso su mudanza y, por ende, posterior aislamiento de Lidia se volvió algo inevitable.
La niña creció sola en Celfield, una finca que el ministerio había otorgado a sus padres, al menos hasta que ella demostró que había aprendido a controlarse.
Ahora, en Hogwarts, es común encontrarla en alguna ventana mirando por la ventana, cosa que le ha ganado el mote de Moss. Por su costumbre de estar ahí sin hacer nada, creciendo sobre las piedras.
Y la verdad es que tampoco es que necesite esforzarse mucho en nada. Con un pase de varita (la cual usa apenas por modales) las tareas se escriben a sí mismas, los hechizos salen espectacularmente y las pociones se revuelven solas. Nada resulta un verdadero desafío para ella… bueno, quizás “casi” nada.
Porque el aislamiento al que fue sometida de pequeña no pasó en vano para Lidia. Puede que tenga mucho poder corriendo por su cuerpo, pero a la hora de interactuar con los demás apenas sabe que hacer, le tiemblan las manos, le sube la presión y el nerviosismo la agobia tras lo cual prefiere volver a la soledad de su ventana y postergar aquel sufrimiento. Después de todo, ¿Quién necesita a los demás? Seguro ella no ¿Verdad?... ¿Verdad?
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From the moment she was born, everyone knew that Lidia's life was going to be amazing. As soon as she was born, the doctors had to tie her to the crib because she insisted on floating out from under her blankets. The thing is that Lidia's magic was literally coming out of her pores. It wasn't difficult to find it because all you had to do was wave a wand and the air around you would begin to crackle.
Her parents, initially happy and full of pride, soon began to suffer how difficult it was to raise a girl with such skill. Especially if they wanted to continue complying with the secrecy statute.
The disappearances in neighbors' houses were the first complication. The toys of Lidia's friends used to “get lost” and appear in his room, the sweets “slipped” from the hands of her neighbors to fall at her feet. All the radios and televisions strangely switched to children's programs and there was no way I could get off that channel again.
So no one was surprised that soon the Goldbends, always so modest and normal, fled that neighborhood to escape those horrifying events. And, as ministry employees that they were, it was not convenient for either of their parents to be in the public eye. That is why their move and, finally, Lidia's subsequent isolation became inevitable.
The girl grew up alone in Celfield, an estate the Ministry had given to her parents, at least until she demonstrated that she had learned to control herself. Now, at Hogwarts, it is common to find her in a window looking out the window, which has earned her the nickname Moss. Because of its habit of being there doing nothing, growing on the stones.
And the truth is that you don't need to put much effort into anything either. With a wave of his wand (which he uses just for the sake of manners) tasks write themselves, spells come out spectacularly, and potions stir themselves. Nothing is a real challenge for her… well, maybe “almost” nothing.
Because the isolation to which she was subjected as a child did not happen in vain for Lidia. She may have a lot of power running through her body, but when it comes to interacting with others she hardly knows what to do, her hands shake, her blood pressure rises and her nervousness overwhelms her, after which she prefers to return to the solitude of her window and postpone that suffering. After all, who needs others? Surely she doesn't, right?... Right?
--
Este personaje fue realizado siguiendo las pautas del desafío de "Playing in the Wizardingworld. One day, an OC."
This character was made following the guidelines of the challenge of "Playing in the Wizardingworld. One day, an OC."
www.deviantart.com/mauricio-ps…

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Desde que nació todos supieron que la vida de Lidia iba a ser asombrosa. Nada más nacer los doctores tuvieron que amarrarla a la cuna porque ella insistía en salir flotando de entre sus cobijas. Es que a Lidia la magia se le salía literalmente de los poros. No era difícil dar con ella porque bastaba agitar una varita para que el aire alrededor suyo comenzará a crepitar.
Sus padres, en un principio dichosos y llenos de orgullo pronto comenzaron a sufrir lo difícil que era criar a una niña con tanta habilidad. Sobre todo si querían seguir cumpliendo con el estatuto del secreto.
Las desapariciones en las casas de los vecinos fue la primera complicación. Los juguetes de los amigos de Lidia solían “perderse” y aparecer en el cuarto de ésta, los dulces “resbalaban” de las manos de sus vecinos para caer a sus pies. Todas las radios y televisiones cambiaban extrañamente a los programas infantiles y no había manera de que pudieran salir de ese canal otra vez.
Por lo que a nadie le extrañó que pronto los Goldbend, siempre tan recatados y normales huyeran de ese barrio para huir de aquellos espeluznantes acontecimientos. Y es que, como empleados del ministerio que eran, a ninguno de sus padres le convenía estar en la mira pública. Por eso su mudanza y, por ende, posterior aislamiento de Lidia se volvió algo inevitable.
La niña creció sola en Celfield, una finca que el ministerio había otorgado a sus padres, al menos hasta que ella demostró que había aprendido a controlarse.
Ahora, en Hogwarts, es común encontrarla en alguna ventana mirando por la ventana, cosa que le ha ganado el mote de Moss. Por su costumbre de estar ahí sin hacer nada, creciendo sobre las piedras.
Y la verdad es que tampoco es que necesite esforzarse mucho en nada. Con un pase de varita (la cual usa apenas por modales) las tareas se escriben a sí mismas, los hechizos salen espectacularmente y las pociones se revuelven solas. Nada resulta un verdadero desafío para ella… bueno, quizás “casi” nada.
Porque el aislamiento al que fue sometida de pequeña no pasó en vano para Lidia. Puede que tenga mucho poder corriendo por su cuerpo, pero a la hora de interactuar con los demás apenas sabe que hacer, le tiemblan las manos, le sube la presión y el nerviosismo la agobia tras lo cual prefiere volver a la soledad de su ventana y postergar aquel sufrimiento. Después de todo, ¿Quién necesita a los demás? Seguro ella no ¿Verdad?... ¿Verdad?
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From the moment she was born, everyone knew that Lidia's life was going to be amazing. As soon as she was born, the doctors had to tie her to the crib because she insisted on floating out from under her blankets. The thing is that Lidia's magic was literally coming out of her pores. It wasn't difficult to find it because all you had to do was wave a wand and the air around you would begin to crackle.
Her parents, initially happy and full of pride, soon began to suffer how difficult it was to raise a girl with such skill. Especially if they wanted to continue complying with the secrecy statute.
The disappearances in neighbors' houses were the first complication. The toys of Lidia's friends used to “get lost” and appear in his room, the sweets “slipped” from the hands of her neighbors to fall at her feet. All the radios and televisions strangely switched to children's programs and there was no way I could get off that channel again.
So no one was surprised that soon the Goldbends, always so modest and normal, fled that neighborhood to escape those horrifying events. And, as ministry employees that they were, it was not convenient for either of their parents to be in the public eye. That is why their move and, finally, Lidia's subsequent isolation became inevitable.
The girl grew up alone in Celfield, an estate the Ministry had given to her parents, at least until she demonstrated that she had learned to control herself. Now, at Hogwarts, it is common to find her in a window looking out the window, which has earned her the nickname Moss. Because of its habit of being there doing nothing, growing on the stones.
And the truth is that you don't need to put much effort into anything either. With a wave of his wand (which he uses just for the sake of manners) tasks write themselves, spells come out spectacularly, and potions stir themselves. Nothing is a real challenge for her… well, maybe “almost” nothing.
Because the isolation to which she was subjected as a child did not happen in vain for Lidia. She may have a lot of power running through her body, but when it comes to interacting with others she hardly knows what to do, her hands shake, her blood pressure rises and her nervousness overwhelms her, after which she prefers to return to the solitude of her window and postpone that suffering. After all, who needs others? Surely she doesn't, right?... Right?
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Este personaje fue realizado siguiendo las pautas del desafío de "Playing in the Wizardingworld. One day, an OC."
This character was made following the guidelines of the challenge of "Playing in the Wizardingworld. One day, an OC."
www.deviantart.com/mauricio-ps…