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Cosmo: Absolute Darkness

Un pie hacia adelante y luego el otro se repitió a sí misma en su mente una vez más. Se obligaba a caminar, a no quedarse atrás. El único objetivo ahora era no separarse de sus padres, no ahora que tenían una oportunidad de forjarse un nuevo futuro. Lejos del yugo de sus conquistadores y más cerca de la luz de Cosmo.
Sintió que una mano la afirmaba y eso la asusto.
-Vamos Cosmo- dijo su madre tomándola firmemente de la mano. -Ya queda poco-
-Lo sé- contesto ella. -Pero estoy cansada mamá-
-Yo también querida, solo cuando lo logremos halláremos descanso- dijo jalando su mano.
Cosmo se obligo a caminar más duro que antes, tenía fe en que la diosa le daría fuerzas para continuar.
La vida de Cosmo en un principio se había mostrado sencilla. Vivía cómodamente con sus padres en la iglesia del pueblo, sin preocupaciones de ningún tipo, siendo feliz como cualquier niño o niña de su edad haría. Tenía amigos, jugaba con ellos y a veces hacían travesuras en el huerto y a pesar que siempre acababa siendo reprendida y con la cara llena de barro, su madre dedicaba algunos minutos a limpiarla. La mayoría de los adultos en el pueblo la consideraban una niña demasiado inquieta, pero ella era alguien muy responsable siempre ayudaba a su padre antes de cada sermón y todas las noches rezaba a la diosa Cosmo antes de ir a la cama, costumbre que no había perdido a pesar de lo ocurrido. Cosas que para muchos habían perdido sentido, para ella seguían siendo igual de importante.
Finalmente los pasos de su madre y los de Cosmo se detuvieron. Se sentó en el suelo y rápidamente miro a su alrededor. Vio como muchos Seedrians hacían lo mismo que ella y otros se reunían para conversar el siguiente paso a seguir.
Todos venían por la misma razón, huir de un planeta devastado por la polución y el saqueo absoluto de sus recursos. Perpetrado por unos seres que llevan haciendo lo mismo en innumerables planetas, los Metarex. Ellos eran uno de los mayores imperios intergalácticos que jamás han existido. Con cuerpos totalmente robóticos han logrado expandirse por innumerables estrellas y devorar millones de planetas para saciar las necesidades del imperio. Y como tantas veces habían hecho antes, reclamaron el planeta de los Seedrian. No encontraron resistencia, el escaso avance tecnológico y las costumbres pacificas de los Seedrian le dio a los Metarex una enorme ventaja. Cuando los Metarex llegaron al planeta, los Seedrian a pesar de sus temores de ver algo tan nuevo e impresionante como una nave espacial le dieron la bienvenida. Solo cuando uno de ellos murió a manos de los extraños decidieron huir y esconderse. Los Seedrian tuvieron que cambiar muchas de sus costumbres y conocimientos para poder sobrevivir.
Ahora un puñado de ellos viajaron por el desierto en busca de un futuro mejor entre las estrellas.
-No te lo saques- grito la madre de Cosmo al ver como ella empezaba a sacarse la máscara que le suministraba el aire necesario para vivir. La atmosfera actual para ellos era venenosa, debido a eso evitaban salir de casa a menos que fuera estrictamente necesario, si lo hacían llevaban pesados tanques de aire comprimido en su espalda para sobrevivir.
-Pero quiero tomar agua- replico Cosmo.
-Espera a que subamos a la nave-
-Solo será un segundito, incluso aguantare la respiración-
-No Cosmo- dijo su madre tajante. -No te lo sacaras por ningún motivo-

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Cosmo: Absolute Darkness

Un pie hacia adelante y luego el otro se repitió a sí misma en su mente una vez más. Se obligaba a caminar, a no quedarse atrás. El único objetivo ahora era no separarse de sus padres, no ahora que tenían una oportunidad de forjarse un nuevo futuro. Lejos del yugo de sus conquistadores y más cerca de la luz de Cosmo.
Sintió que una mano la afirmaba y eso la asusto.
-Vamos Cosmo- dijo su madre tomándola firmemente de la mano. -Ya queda poco-
-Lo sé- contesto ella. -Pero estoy cansada mamá-
-Yo también querida, solo cuando lo logremos halláremos descanso- dijo jalando su mano.
Cosmo se obligo a caminar más duro que antes, tenía fe en que la diosa le daría fuerzas para continuar.
La vida de Cosmo en un principio se había mostrado sencilla. Vivía cómodamente con sus padres en la iglesia del pueblo, sin preocupaciones de ningún tipo, siendo feliz como cualquier niño o niña de su edad haría. Tenía amigos, jugaba con ellos y a veces hacían travesuras en el huerto y a pesar que siempre acababa siendo reprendida y con la cara llena de barro, su madre dedicaba algunos minutos a limpiarla. La mayoría de los adultos en el pueblo la consideraban una niña demasiado inquieta, pero ella era alguien muy responsable siempre ayudaba a su padre antes de cada sermón y todas las noches rezaba a la diosa Cosmo antes de ir a la cama, costumbre que no había perdido a pesar de lo ocurrido. Cosas que para muchos habían perdido sentido, para ella seguían siendo igual de importante.
Finalmente los pasos de su madre y los de Cosmo se detuvieron. Se sentó en el suelo y rápidamente miro a su alrededor. Vio como muchos Seedrians hacían lo mismo que ella y otros se reunían para conversar el siguiente paso a seguir.
Todos venían por la misma razón, huir de un planeta devastado por la polución y el saqueo absoluto de sus recursos. Perpetrado por unos seres que llevan haciendo lo mismo en innumerables planetas, los Metarex. Ellos eran uno de los mayores imperios intergalácticos que jamás han existido. Con cuerpos totalmente robóticos han logrado expandirse por innumerables estrellas y devorar millones de planetas para saciar las necesidades del imperio. Y como tantas veces habían hecho antes, reclamaron el planeta de los Seedrian. No encontraron resistencia, el escaso avance tecnológico y las costumbres pacificas de los Seedrian le dio a los Metarex una enorme ventaja. Cuando los Metarex llegaron al planeta, los Seedrian a pesar de sus temores de ver algo tan nuevo e impresionante como una nave espacial le dieron la bienvenida. Solo cuando uno de ellos murió a manos de los extraños decidieron huir y esconderse. Los Seedrian tuvieron que cambiar muchas de sus costumbres y conocimientos para poder sobrevivir.
Ahora un puñado de ellos viajaron por el desierto en busca de un futuro mejor entre las estrellas.
-No te lo saques- grito la madre de Cosmo al ver como ella empezaba a sacarse la máscara que le suministraba el aire necesario para vivir. La atmosfera actual para ellos era venenosa, debido a eso evitaban salir de casa a menos que fuera estrictamente necesario, si lo hacían llevaban pesados tanques de aire comprimido en su espalda para sobrevivir.
-Pero quiero tomar agua- replico Cosmo.
-Espera a que subamos a la nave-
-Solo será un segundito, incluso aguantare la respiración-
-No Cosmo- dijo su madre tajante. -No te lo sacaras por ningún motivo-

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